
MI HISTORIA
Fernanda Hoyos
Dicen los sabios budistas que, somos como tableros en blanco: nos creamos según los colores y las formas con las que nos dibujamos.
Soy Fernanda Hoyos Cadavid, y quiero compartir contigo, cómo ha sido el dibujo de mi tablero blanco.
Abogada por decisión, pero, ¿Quién dijo que toda nuestra vida tenemos que estar amarrados a una decisión de juventud? Eso es igual a pensar que nuestro primer amor será nuestra pareja eterna, y puede que muchos cuenten esa historia, pero en mi vida, definitivamente, ni lo uno ni lo otro. Así que, la vida en su cauce perfecto, me ha llevado a este proceso poderoso de la innovación social.
De familia empresaria, con un papá emprendedor, absolutamente sabio en los negocios, bondadoso, protector y visionario; pero quien seguramente no había anticipado que, la vida le iba a poner su mayor prueba al retar su fortaleza con un EPOC SEVERO (enfisema pulmonar crónico severo).
La llegada de una enfermedad a una casa, principalmente al “proveedor”, genera que los roles cambien; y en definitiva, la postura de niña consentida y caprichosa, se iba a transformar en una nueva visión de la vida.

Y ¡sí! Después de mucho pensar, entendí que el emprendimiento social y la empresa con propósito, calaron en lo más profundo de mi ser, gracias a la experiencia vivida con mi papá, la economía de nuestra familia y la evolución de una enfermedad; porque entendí que el dinero, por sí solo, no garantizaría la permanencia de lo que más he amado en mi vida.
Mi papá murió el 25 de julio del año 2012, 3 meses después de titularme como abogada, día que aún hoy, recuerdo con el corazón arrugado, pero también admito que; ese día, algo se fracturó en mí: las estructuras y relaciones vacías, sin propósito, absolutamente grises y con intenciones netamente económicas, no vibraban conmigo; sentía que debía buscar algo más, algo que me permitiera potencializar esa habilidad emprendedora heredada y observada desde pequeña, con aquello que me permitiera aportarle al mundo.

Así que, me di la oportunidad de aventurar, decidí irme a vivir a Madrid (España) un tiempo, mientras realizaba un MBA, trabajar en una consultoría internacional, viajar, hacer el camino de Santiago, encontrarme con la danza africana y ser voluntaria de la Cruz roja española (valdría la pena un blog completo para cada uno de los puntos anteriores y contar cómo han sido mi bastón en la construcción y reconocimiento de lo que soy)
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Tiempo después, decidí irme para la India, a encontrar mi raíz y la fuente de mi espiritualidad, observando una realidad distinta, enfrentándome a visiones contradictorias de la vida, dándole valor a la relatividad de la verdad y así exponerme a la mayor sensación de libertad e intensa sencillez jamás experimentada hasta hoy.

Finalmente, después de mucho caminar y observar, no sabía cómo hilar todas mis ideas, mis pensamientos y deseos profesionales y personales; no quería abandonar mis visiones empresariales, pero tampoco quería abandonar lo que para mí era profundamente importante: promover herramientas poderosas y cuidadosas para que cada persona en el mundo sea emprendedora con propósito y así, facilitar escenarios donde pueda realmente asustar a la pobreza material y personal. Agradezco infinitamente a la vida por permitirme la exploración del poderoso modelo de la empresa con propósito y el emprendimiento social, que conocí cursando mi maestría en Gerencia de Empresas sociales para la innovación social y el desarrollo local.
Y es que al final, les puedo decir con profunda honestidad que, la búsqueda del propósito en cada una de mis actuaciones, me ha permitido, no solo generar relaciones más saludables conmigo misma y con el otro, sino también construir una profunda pasión para promover escenarios empresariales, educativos y sociales equilibrados, donde se garantice la libertad individual y el bienestar colectivo.
Definitivamente creo en el poder de las estrategias con propósito, desde nuestras unidades productivas y personales, para alcanzar la equidad social, la sostenibilidad ambiental y la prosperidad económica.
Dibujemos juntos en el mundo, los Tableros en Blanco que queremos hacer reales, para que podamos decir, al final de la vida: ¡VALIÓ LA PENA!
